Este procedimiento cuyos principios curativos son ampliamente reconocidos y no son puestos en duda en el campo oncológico se comenzó a utilizar mediante implante directo de las semillas por vía abierta desde la década de los 60 en el Memorial de Nueva York con resultados muy diversos entre los pacientes por limitaciones para distribuir las semillas en toda la próstata ya que se realizaba a ciegas mediante palpación de la glándula; sin la posibilidad de monitorizar ni la uniformidad de la dosis radioactiva ni la extensión de esta a los tejidos vecinos.
A principios de los 80 se comienza a utilizar el ultrasonido trans-rectal y se diseñan múltiples programas que permiten con mucha exactitud la colocación de las semillas de forma milimétrica en tiempo real y la preservación de las estructuras vecinas.
Este procedimiento se realiza en los EEUU de manera rutinaria a partir de estos avances y es aceptado y masificado por los excelentes resultados publicados en 1987 por Blasco y Radge (grupo de Seattle) y reproducidos de manera ininterrumpida en cientos de miles de pacientes en más de mil hospitales de los EEUU.
El candidato ideal para ser sometido a esta intervención debe ser cuidadosamente estudiado y seleccionado después de cumplir con los criterios de inclusión para luego planificar el implante según el número de semillas que amerite su caso particular. El procedimiento se realiza de forma ambulatoria con una duración promedio entre 35 y 45 minutos en el área quirúrgica bajo anestesia raquídea o general; el paciente es dado de alta el mismo día sin sonda con mínimas molestias, reincorporarse a sus actividades usualmente a las 24 horas.
Debemos recordar que el otro grupo de pacientes catalogado de alto riesgo que no califican para esta técnica por lo agresivo de la células o por el momento del diagnóstico cuentan con otras técnicas terapéuticas como la cirugía radical de la próstata la cual proporciona un índice de curación estadísticamente superior a cualquier otro tratamiento en este grupo particular de enfermos.